Plagiar y otras habilidades antisociales para escribir mejor.


Hola queridos y queridas, pasad, ponéos cómodos. ¿Os gusta mi nueva máquina de escribir? La he encontrado en Pinterest. Bienvenidos/as a un nuevo artículo.

Todos tenemos nuestras cosas, y todos hacemos cosas que, a ojos de la gran, imponente y magnánima sociedad, podrían ser consideradas como antisociales, o directamente raras. Algunas incluso ilegales. Esas cosillas que mantenemos en secreto, ese guilty pleasure que no decimos a nadie pero que no podemos dejar de hacer, ni queremos. Como escuchar a Abba, por ejemplo. O comer jamón con melón (qué guarrería, madre), o beber a morro de las botellas de casa. Esas cosillas. 

Tranquilos, no vamos a hablar de nuestras vergüenzas, que para algo son vergüenzas y en secreto se han de mantener. Y no tratéis de tirarme de la lengua. Solo os diré cuál es mi guilty pleasure después de que me hayáis a invitado a unas cien cervezas, por lo menos. Y eso si no me he muerto antes. 

Nadia Kalman, autora de The Cosmopolitans, hablaba justo de esto en uno de los vídeos de TED-ed. No, de mi guilty pleasure no (Dios me libre), sino de habilidades antisociales para escribir mejor. ¿Cómo puede una manía fea ayudarme a escribir mejor? Bueno, pues eso es lo que cuenta Kalman en el vídeo y de lo que vamos a hablar aquí hoy, de manera un poquito más extensa.
El vídeo me resultó interesante, y me pareció que había más de una cosa que podía compartir con vosotros aquí. Así que me lié la manta a la cabeza, tomé notas y me dispuse a ampliar y comentar los consejos que Kalman da en su vídeo. Y añadir alguna que otra habilidad antisocial más. 

Son cosas que, aunque básicas, pueden determinar la diferencia entre, por ejemplo, escribir un buen diálogo o hacer esto

(Mis disculpas a Pérez Reverte) 

Así pues, hoy os traigo, mejoradas, comentadas y ampliadas: 

Escucha conversaciones ajenas. 

Este es un clásico. Hace tiempo fui a un curso de novela en la biblioteca valenciana Bibliocafé impartido por Susana Fortes, y nos dio este mismo consejo. Cuando vayas en el transporte público, quítate los cascos y lleva contigo una libreta y un bolígrafo, y dedícate a escuchar conversaciones ajenas, a apuntar lo que escuches, con todo lujo de detalles. Nos puso un ejemplo que no olvidaré, de unas amigas de unos veinte años, que una le decía a la otra:

— Pues mira, he conocido a un tío que está prácticamente soltero. 

La unión de las palabras 'prácticamente' y 'soltero' es explosiva, y le lleva uno a preguntarse qué narices habrá querido decir esa chiquita con que el tío está prácticamente soltero. Detrás de esas palabras no solo hay una historia, sino que es un ejemplo de lo maravilloso y de la de joyas que hay en las conversaciones diarias.

Este tipo de conversaciones, que surgen de forma natural pueden ser, y de hecho son, la materia prima ideal para escribir buenos diálogos. Si quieres que tus personajes hablen de forma convincente, verosímil y real, una buena idea es fijarte en cómo habla la gente. 

Finge que tus personajes son reales. Y habla con ellos. 

Que escuches voces en tu cabeza, vamos. Antisocial no sé, pero de estar para encerrar sí que es. ¿Sabes ese personaje tan maravilloso en el que llevas trabajando tanto tiempo? ¿La de horas y horas que has dedicado a su desarrollo, rellenando fichas, contando su historia, tratando de averiguar su manera de ser, de vestir, de pensar, y... de hablar? Claro que lo sabes. Pues ahora, finge que no es un personaje, que es una persona real y que está en tu cabeza hablando contigo.


¿Harry? ¿Eres tú? 

Aritz Pérez cuenta algo parecido en su blog. Dice que él hace terapia con sus personajes. Esto es exactamente lo que Kalman sugiere que hagamos con nuestros personajes: fingir que son reales, hablar con ellos. ¿Cómo hablan? ¿Cómo son? De conversaciones imaginarias podemos sacar un montón de datos interesantes sobre ellos. Anótalos todos y crea personajes mejores. 

Hablar con las voces de tu cabeza es antisocial. Pero funciona.

Para Nadia Kalman, hablar con ellos es la habilidad antisocial número tres, pero a mí me parece que se puede resumir en una sola.

Dale una vida a tu vecina. 

Esto lo comentaba Ana Gonzalez Duque en su podcast para escritores, y también lo vi en una película cuyo nombre no recuerdo (¿o era una serie?)
Coge a tu vecina y dale una historia. Y quien dice a tu vecina dice la camarera donde te tomas el café por la mañana, el cartero que te trae los paquetes, o ese señor del metro que sujeta una caja y va hablando por el móvil. Pregúntate quiénes son, qué hacen ahí, cuál es su historia. ¿Han asesinado a alguien? ¿Se comen los mocos cuando están solos? ¿Han tenido algún divorcio? ¿Sufrieron bullying? ¿O fueron los bullies

No solo puede ser un disparador excelente para escribir un relato, o para crear un personaje, también es un juego al que puedes jugar con amigos. Yo lo hice una vez, volviendo en un viaje largo de autobús con un amigo Glasgow-Birmingham (ocho horas de viaje, para no jugar). Por suerte, la gente que había en el bus y cuya vida nos estábamos inventando, no entendían español. 

Algunas de las cosas que inventé junto con mi amigo en aquel viaje pasaron a formar parte de un personaje de una novela que estaba escribiendo en aquel momento. Así que ya sabes: nunca desaproveches un viaje en autobús. 

Roba. Plagia. Copia.  

Este viene de César Mallorquí y de su vídeo aconsejando a escritores, todos los créditos son de él. No sé si podemos clasificar el ser un ladrón como una habilidad antisocial, especialmente dado los tiempos que corren (no dejéis que me ponga político, por favor). Pero está claro que robar esta feo, así que lo meteremos en la lista y ya está. 
Roba y copia todo lo que veas que te resulta de interés de la narrativa de otros autores. No, no te estoy diciendo que escribas Jarry Poter, las aventuras del mago más famoso de todos los tiempos. No robes ideas, no plagies tramas ni personajes. Roba metáforas, recursos, formas de presentar personajes, maneras de describir ambientes y otro tipo de recursos. Mallorquí explica que todas esas cosas son plagiables, y las define como un supermercado abierto. 


Uy, no sé si llevarme esta metáfora... parece muy manida, ¿no?

Creo que tiene razón, y es una de las razones por las que siempre leo con un lápiz a mano. Siempre hay algo que anotar de lo que estés leyendo. Fíjate en como escriben otros escritores y escritoras, aprovéchate de su experiencia, anota todo lo que te llama la atención. Yo creo que he mejorado mucho mi escritura desde que me fijo, subrayo y anoto todas esas cosas que leo y que me gustan. Y te recomiendo, como César Mallorquí, que hagas lo mismo. 

Para cuando escribo esto me encuentro leyendo Las fuentes perdidas de Jose Antonio Cotrina. Un libro alucinante, os lo recomiendo. Cotrina escribe de maravilla y hay mucho de él que se puede robar. Fijáos en cómo describe Tokio (p.38):

Era ya plena mañana en la capital japonesa. La gente poblaba las avenidas del distrito empresarial y el fervor del trabajo, más tópico que real, flotaba en el aire. Los rascacielos se posaban como delirios majestuosos entre jardines y aceras, reflejándose unos sobre otros y creando distintas dimensiones y perspectivas a través del cristal y el metal. 

No es una escena especialmente memorable (el libro tiene escenas bastante mejores. Sin ir más lejos, el primer sueño de Délano en la página 43. Uf.), pero tiene un par de detalles interesantes que yo me apunté. La manera de describir los rascacielos y la afluencia de las calles me pareció muy buena.

Seguro que hay más de una cosa que podéis extraer de vuestras lecturas. No olvidéis robar una metáfora de vez en cuando. 

La obvia: ignora a la gente. 

Esto va un poco de la mano con aquello que decía Stephen King de escribir con la puerta cerrada, pero extendido a las nuevas tecnologías. Mira, será porque soy un millennial, pero no puedo escribir con el móvil al lado. Cuando no estoy mirando Twitter, respondo a un mensaje en WhatsApp y cuando no, estoy en Telegram, y cuando no, leyendo algo en Facebook. Para mí, que mi capacidad de concentración es nula, el uso de aplicaciones como Forest me parece imprescindible. 
Y no solo eso. Yo no tengo una vida social agitada (te estoy hablando de habilidades antisociales por algo), pero siempre tengo un mensaje que responder. Y normalmente ese mensaje que responder deriva en conversaciones, y cuando no, en 'uy, voy a ver qué se cuece en Twitter'. Y mira, yo así no puedo. 

Paso número uno para escribir mejor.

El otro día una persona que me conoce desde hace poco me decía: tú no eres mucho de móvil, ¿no? 
Le quise decir: no, es que escribo. Y si uso el móvil, pues no escribo. 

Si tenéis la suerte de no distraeros y que el móvil o las RRSS no resulten un problema, enhorabuena, sois mis héroes/heroínas y os admiro mucho. Pero si compartís mi problema, en serio: lleváos el móvil fuera de la habitación, apagadlo, dejadlo debajo de las sabanas. Ignorad a la gente, que estáis escribiendo. Veréis como vuestra productividad crece a pasos agigantados. Y si tenéis que tener el móvil cerca por cuestiones de trabajo, Forest puede ser vuestra solución. 

(Increíble que los de Forest no me den una comisión). 


Y eso vendría siendo todo. Espero que os haya gustado, o al menos os haya gustado entretenido. Si te ha gustado recuerda que puedes compartirlo en tus redes sociales (¡no olvides mencionarme!) o comentarme aquí abajo qué te ha parecido. Nos vemos pronto.

¡Un momento! 

Tres cosicas más:

  • También estoy en Facebook para saludarte todos los días desde la red social por excelencia. Me encantará tenerte en mi página.
  • ¡Gracias por haber leído hasta el final! Molas un montón. 


Ahora sí:

Nos vemos pronto. 

Comentarios

  1. Buena entrada, son pequeños ejercicios que ayudan a engrasar la imaginación.
    Un saludo.

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  2. De los mejores consejos que he leído, y no es por hacer la pelota. Copiar está muy mal visto, pero es que a veces no hay otra manera de avanzar. Los músicos se copian, los dibujantes también... pero en literatura parece que no queda bien. Pues no se me ocurre una mejor forma de ver qué funciona y qué no que leer un montón y quedarte con lo mejor...

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    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario, Javier! Yo también creo que se puede aprender mucho de la imitación, en muchos sentidos.
      Un abrazo!

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